Mulegé, Baja California Sur.- Durante el mes de septiembre, Rafael Álvarez, de 27 años, fue contratado por la Compañía Occidental (COMSA) SA de CV, para trasladarse del Estado de México al municipio de Mulegé e iniciar con los trabajos de demolición de un puente que se encontraba construido en las inmediaciones de la mina de yeso de Isla San Marcos.
El objetivo, era destruir completamente el viejo muelle y levantar un moderno mirador y zona de anclaje de buques turísticos y de embarcaciones proveedoras y exportadoras de material minero.
El joven mexiquense, nunca se esperó que este sería su último viaje y encomienda laboral, ya que dejaría su vida en este proyecto de obra a realizarse en la isla localizada a 17 kilómetros de Mulegé.
Rafael, murió ahogado junto a un compañero de obra, cuando ambos se encontraban sujetos a un arnés de seguridad que se encontraba colocado a la estructura de concreto, la cual se vino abajo debido a una explosión realizada en el centro de área de demolición para derrumbar los restos del muelle.
Luego de la detonación, los dos muchachos cayeron al mar, siendo jalados por los restos de cemento y placas de acero que habían colapsado tras el potente estallido.
Los residuos de los materiales de construcción arrastraron a los jóvenes a 20 metros de profundidad, sin darles oportunidad de zafarse del arnés que mantenían amarrados en su cintura e intentar nadar de regreso a la superficie para tomar oxígeno.
El par de trabajadores murió al no poder emerger de las fauces acuáticas. Sus pulmones reventaron dentro del mar, al igual que la imprudente acción que provoco ambas muertes.
Después del lamentable accidente, las familias de los dos obreros fallecidos fueron informadas de los trágicos decesos, mientras que los cuerpos de los jóvenes fueron llevados de regreso a sus regiones de origen para realizar sus servicios funerarios y brindarles una digna sepultura.
No obstante, la madre de Rafael, una de las dos víctimas de la fatalidad, no quedó conforme con los detalles del deceso de su progenitor, y solicitó a través de terceras personas, la ayuda de Alfredo Rembao, especialista en seguridad industrial, quien al conocer la historia inició con la misión de investigar el caso que había sido manejado bajo total hermetismo por los encargados de la obra y representante de la empresa que realiza los trabajos en la mina de yeso.
A su llegada a Isla San Marcos para iniciar con la reconstrucción de los hechos, y conocer exactamente los motivos que provocaron la muerte de Rafael a petición de la mamá del hoy occiso, Alfredo comentó a los supervisores del proyecto que:
“La mamá, es sordomuda, el joven fallecido era su único sustento, y la empresa, no se quiere hacer responsable ni indemnizar a la mujer que ha quedado desamparada, y sin recursos económicos por la muerte de su hijo.”
La exhaustiva averiguación efectuada por el experto en seguridad industrial, arrojó que la empresa de construcción no cuenta con las medidas de seguridad adecuadas para sus trabajadores contratados, ni con los protocolos de protección laboral, mucho menos con un plan de respuesta para prevenir emergencias de cualquier índole por ser un proyecto de edificación de riesgo para la plantilla encargada de terminar la obra.
Alfredo Rembao, envió solicitudes de investigación a la Secretaría de Trabajo y Previsión Social de Baja California Sur, así como a la Administración Portuaria Integral, para deslindar responsabilidades respecto a la muerte de los jóvenes que se encuentran impunes y maquilladas por una empresa que opera de la mano de la negligencia y la apatía hacia los derechos humanos de los trabajadores que prestan sus servicios en la mina de yeso de Isla San Marcos.