Nos quedo a deber el gobernador y su ejercicio en materia de gobernanza. Le dieron el apoyo muchos ciudadanos y obtuvo una diferencia de ocho mil votos con su opositor del PAN, Francisco Pelayo Covarrubias. Y lo logró, no por sus sumas, sino por los aliados políticos que operaron para que la “actitud de perder” que sostenía el protagonista y sus amigos, lograra el objetivo, aunque siempre existió un alto riesgo de perder.
Y sigue el riesgo de un gobierno fallido. Una diferencia visible y evaluada de una 4ta T local y una 4ta T nacional. La primera, está basada en el autoritarismo y el fallo constante de las acciones y tareas. Reuniones sin objetivos y acuerdos posibles. No se gobierna, porque están ocupados en seguir en campaña y coordinando a los candidatos del propio gobernador.
Los resultados, nos muestran lo que es tangible, encuestas que distintas empresas que reprueban y nos van indicando que no existen reglas para ver y andar. No se interesa por la forma de vivir de los ciudadanos y menos escuchar a los sectores sociales organizados. Prometieron el cambio y parece que de golpe nos regresaron a lo peor de los ochenta y los noventas.
Ante la exigencia, vienen las sandeces de quien se dice facultado para transgredir el marco legal. Ante el peligro de las conductas atípicas, está el no solo presenciar el abuso de autoridad, sino hacer algo firme y justo, para que la creencia individual del mesías, regrese al mandato constitucional.
Impusieron el dogma, “no mentir, no robar, no traicionar” y perdió sentido porque lo pusieron en el doble discurso. Lejos de los principios básicos de congruencia y transparencia.
La constante, es el monologo vació y eterno. Las reuniones, que no dejan, ni proponen nada. De promesas infinitas y no cumplidas. De giras con las manos vacías. De imposiciones de programas contra toda la sociedad y sin ningún impacto presupuestal. Es la llamarada de petate, la metodología, para asegurar que la mentira de tiempo, corto, mediano y largo plazo, se queden en la daga de Judas. Incluso, celebrar que no lleguen nunca, porque están maravillados con el esplendor de la simulación.
Nada sirve. Nadie es un aliado de largo aliento. No ven con buenos ojos lo diferente. Siempre están ocupados en mantenerse en la línea de poder y lo que sigue. Entre prejuicios y creencias, pueden ser tan perversos, malvados, envidiosos, vengativos y corruptos.
El antídoto contra los que gobiernan en el desastre calculado, es el negocio de lo mal ávido. De la amenaza para meter miedo y que seas parte del silencio cómplice.
Abra el pesimismo que se alienta de manera institucional, para ver si nos dejamos de las Áreas Naturales Protegidas. Sí nos criminalizan por trabajar la seguridad alimentaria en el mar o en el desierto. Nos seguirán engañando para obtener los millares de agua concentrados hasta por los Bancos y su ampliación de productos mas rentables. Le pondrán más inversión a la apatía y en creer que pavimentando pegostes ya tendremos en La Paz, la ciudad Gótica.
El colapso que está provocando el gobernador está en ejemplos claros, el tráfico de influencia, el conflicto de interés, la corrupción y la impunidad.
En el desastre que está en el transporte concesionario y permisionado hay responsables. Una parte importante está en la SEPUIMM y la otra en la SICT. Deben dejar el cargo, para poder buscar alternativas. No se puede ser juez y parte.
Y gobernador, no siga violando la presunción de inocencia y el debido proceso, porque seguirá acumulando denuncias. Lo de Martín Guadalupe Salinas Ceseña, es un delito grave que solapa y protege. En la encuesta de los transportistas, es culpable de conflicto de interés. Punto.