La unidad del descontento

Si alguien me hubiera afirmado que, en el 2021, Armida abandonaría Morena hubiera apostado en contra.

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Se consumó la llegada Armida Castro al Partido Verde Ecologista de México (PVEM), lo que no sorprendió, -se veía venir-, pero da qué pensar, ¿Cómo llegó?

Tuvo que sortear una denuncia -que la tomó por sorpresa- en su contra por nepotismo, perdió sus derechos políticos, impugnó y los recuperó, aunque ese proceso sigue vigente y con serias dudas.

Tuvo que lidiar una y otra, y otra vez con el dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) Alberto Rentería Santana, y su animadversión promovida también desde varios rincones de la cuarta transformación.

Tuvo que denunciar a su propio dirigente, a un militante del partido y al dirigente del Partido del Trabajo por Violencia Política en Razón de Género en Contra de la Mujer y ganó el caso «de manera contundente, histórica y sin precedentes”, según declaraciones del Tribunal Estatal Electoral.

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Por cierto, sobre la denuncia, hay que reconocerle las agallas de la alcaldesa de Los Cabos de romper -literalmente- el pacto patriarcal, con la denuncia ratificada recientemente por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) sala regional Guadalajara, en contra de Rentería quien desde su trinchera observa cómo se va limitando su participación en el proceso electoral.

Rentería, como buen pupilo del presidente, emula sus expresiones, y minimiza los efectos que podría tener la ruta de su propio expediente en instancias judiciales. Lo incongruente de este asunto es que recientemente un grupo de mujeres morenistas en rueda de prensa rechazaron la candidatura de Félix Salgado Macedonio, pero callaron ante el caso de Rentería versus Armida, “nunca nos buscó” dijo una, terrible ceguera tanto del líder que niega las acusaciones y terrible falta de sororidad entre las féminas morenistas con quien supuestamente sufría violencia política, “la hipotenusa que le dicen” versa un refrán de redes.

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Armida pasó por encima de las aspiraciones de Rubén Muñoz, otro morenista que hizo berrinches por no obtener la candidatura, pero como “soldado de la cuatro te” se tragó el coraje, y luego de desaparecer de la escena política regresó a su oficina en el ayuntamiento con la promesa de una candidatura a una diputación federal; Armida ahora es la candidata a la gubernatura por el Verde y no Rubén.

Vaya, anécdota que con los años contará. Pero esa historia no significa nada si no logra su objetivo final, creo que Armida no llegó al verde me parece solo para ser comparsa de los aliados de Morena ¿o sí?

Desde el Partido Verde, desde hace meses, me parece no les disgusta que el pleito con el dirigente escalara a tal nivel que resultara insostenible la presencia de Guzmán Castro en el partido que la llevó a la alcaldía de Los Cabos. Si alguien me hubiera afirmado que, en el 2021, Armida abandonaría Morena hubiera apostado en contra.

El Verde es partido que no se veía -ni así mismo- en la competencia por la gubernatura, pero de pronto tiene candidata. Está en la contienda más grande y con ciertas posibilidades, con una candidata que se siente fortalecida, potenciada por su condición de mujer, no fue casualidad que su registro fuera la semana de la conmemoración del 8 de marzo Día Internacional de la Mujer.

Sin embargo, es un partido que ha sido satélite del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ahora le sirve a Morena; en el estado, el Verde nunca ha figurado en la toma de decisiones estatales, no se le conoce ninguna iniciativa de calado, que le haya aportado a Baja California Sur; es más, el verde -que se promociona como un partido ambientalista nunca ha figurado en las principales luchas estatales en defensa por un ambiente sano y libre de contaminación.

Salvo por dos regidores de Los Cabos, el Partido Verde sigue siendo un partido sin identidad política, sin bases, sin agenda local, sin discurso, pero lo más importante, ya pronto lo tendrá. El margen de su espectro político se amplía con la llegada de la estructura de Armida, la cual automáticamente se suma al partido del tucán.

Me surgen varias preguntas, ¿A qué aspirante le incomodará más Armida Castro? ¿a Pancho o Víctor? ¿Arrastrará a más perfiles inconformes con ella? ¿Rubén Muñoz apoyará su candidatura? ¿Le alcanzará el tiempo para posicionarse en la capital y el norte del estado debido a que su base es Los Cabos? ¿Le interesará posicionarse o solo se dedicará a la capital y a su municipio? ¿La estructura del municipio se suma a su proyecto?

Para cerrar, me llamó la atención que al oficializar la bandera del Verde Armida declaró que ella por fin se liberó, pero ¿de quién se liberó?; bueno, no hay que tener dos dedos de frente, pero Castro Guzmán da unas maromas por no manchar a Morena. Ella se liberó del partido que la llevó al poder, se liberó de una dirigencia obtusa, pero también se liberó del pacto que existen entre los liderazgos masculinos de Morena.

Lo cierto es que Morena no logra la unidad, quizá en el verde, a su manera, Armida logre la unidad, por lo menos de los morenistas descontentos con su partido que no los dejó obtener una candidatura.

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