Los Cabos, Baja California Sur.- Siglos de historia que datan de los vestigios de las riquezas arqueológicas y culturales que aún conserva el territorio de Baja California Sur, renacieron de sus cimientos, después del increíble hallazgo de un esqueleto de ballena petrificado por parte de un ranchero, durante un viaje de expedición en las inmediaciones de un cerro colindante a un rancho establecido en los alrededores de San José del Cabo.
Lo anterior, abrió el debate de cómo y de qué manera habría llegado la ballena hasta esta zona, por parte de exploradores e investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) sobre todo, porque el punto más cercano de una playa, es superior a los 40 kilómetros de distancia.
Fue así, como los exploradores e investigadores, recurrieron a los antecedentes científicos sobre la península de Baja California, y la teoría de que habría estado durante millones de años sumergida en el agua.
No obstante, y según esa hipótesis, la península emergió, mediante un largo proceso geológico, convirtiendo lo que antes era mar en selvas semidesérticas y puntos centrales de montañas y valles, pero que de manera extraordinaria, todavía conservan a pesar del transcurso del tiempo, la esencia de los inmensos cetáceos que luchaban por sobrevivir en el fondo del océano que precedería al Golfo de California, previo al proceso de erosión y transformación del globo terrestre.
Pero, más allá de su importancia arqueológica, las zonas aledañas a este rancho, y las cuales se fueron convirtiendo en rancherías y lugares óptimos de libre pastoreo para distinto ganado, guardan aún interesantes rezagos de estudios paleontológicos de restos fósiles.
De esta manera, a muy pocos metros de distancia a los ranchos ganaderos y de producción de alimento de origen animal, se pueden encontrar troncos fosilizados de gran tamaño, en un área conocida como “bosque petrificado”, en plena zona desértica.
Las formaciones –visibles para el ojo humano- corresponden al periodo Eoceno-Oligoceno, vivido hace un poco más de 34 millones de años, cuando la zona se encontraba cubierta por un denso bosque, cercano al mar y a la desembocadura del Paleonilo. Además, se encontraron piezas fósiles de más de 30 metros de longitud, que se conservan a tal grado, que aún es posible observar la rigurosidad de la antigua corteza, o incluso, los anillos de crecimiento.
Los fósiles han sobrevivido casi intactos gracias al extraordinario poder conservador de la arena, la misma que ha permitido también la recuperación de numerosos objetos prehistóricos sencillamente sepultados entre las dunas, durante siglos.
Entre ellos destacan, varios artefactos de cacería como puntas de flechas, sólidos martillos de piedra, y cuchillos elaborados con partes de huesos, así como el descubrimiento de vértebras y colmillos de tiburón, también petrificados, comprobando físicamente los elementos para la supervivencia de los primeros pobladores de la península, que estuvo sumergida en el mar hace miles de millones de años.
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El esqueleto de la ballena petrificado y los instrumentos de cacería, no son los únicos vestigios del Eoceno, también se descubrieron manglares fosilizados, los cuales permitieron que hubiera una fauna tan rica en las orillas del Mar de Cortés y por el Océano Pacífico, que cubrían la mayor parte de lo que hoy es el desierto.
En aquel tiempo, la tierra fue cubierta por las aguas, transformando todo el hábitat en desierto, convirtiendo estos históricos elementos en fósiles, yaciendo sobre la tierra, durante una expedición de estudio en la región, dando un gran paso para el estudio y enriquecimiento de la historia en el estado de Baja California Sur.
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