Malarrimo, Baja California Sur.- Justo en el centro de la península de Baja California, aparece esta indómita playa enclavada dentro de la Laguna Ojo de Liebre, y abarrotada únicamente durante el mes de marzo por decenas de peculiares visitantes.
Lo verdaderamente insólito es que los aventureros no buscan ingresar al mar o disfrutar de la belleza natural de esta zona, plagada de dunas blancas y de una ensenada verdaderamente espectacular.
El objetivo de la mayoría de las personas, es recorrer la playa a pie o en motos y vehículos y buscar entre la basura arrastrada por la Corriente de California, objetos que pudieran tener un valor histórico.
Justamente en esta emblemática playa, ubicada en los límites entre Baja California y Baja California Sur, aparecieron los primeros objetos en 1945, después de terminar la Segunda Guerra Mundial: desde balas de cañon, radios de comunicación, casquillos, salvavidas, lámparas, relojes, cartas, alas de aviones de guerra y hasta la bandera del famoso submarino Uss Wahoo (SS-238), hundido el 11 de octubre de 1943 por un avión japonés en el Estrecho de Pérouse.
Los restos de esas piezas invaluables, hoy forman parte de un fascinante museo de guerra que cuelgan de las paredes y techos del icónico restaurante “Malarrimo” en el poblado de Guerrero Negro, y donde su propietario Luis Enrique Achoy, suele explicar el origen de cada pieza a turistas nacionales y extranjeros, en los recorridos.
Inclusive algunos extranjeros estadounidenses han querido comprar las piezas, como la bandera del Uss Wahoo (SS-238) y llevarsela al propio museo del submarino que hundió al menos 10 buques japoneses.
La basura del Oceáno Pacífico llega hasta Malarrimo, porque –según expertos– la corriente oceánica fría, pasa por el Mar de Japón, Mar de Ojotsk, Mar de Bering, Golfo de Alaska y avanza por toda la costa oeste de Norteamérica.
Justamente, cuando pasa por la bocana de la Laguna de Ojo de Liebre, choca con las fuertes corrientes de agua que fluyen en la zona y toda la basura ingresa y es arrastada hasta ese punto.
Es tanta la basura que a veces llega a Malarrimo que algunos habitantes como los padres de Adán Campoy, aprovecharon la madera de barcos destruidos en el combate para construir su vivienda, cuando era muy difícil conseguirla en la época de la Segunda Guerra Mundial.
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En está zona no es difícil encontrar piezas japonesas como boyas de vidrio, lámparas, redes de pesca y herramientas con emblemas orientales, por lo que es considerada, como un punto de conservación de elementos históricos que han escrito páginas doradas de sucesos que han transformado a la humanidad.
Por ejemplo.
Entre los tesoros más preciados encontrados en esta playa, se encuentran un equipo de buceo que perteneció a Jaques Costeau, antes de que bautizara al Mar de Cortes como “El Océano del Mundo”, durante una de sus expediciones.
Asimismo, un manuscrito bastante deteriorado y parcialmente traducido que podría pertenecer a un capítulo del “Origen de las Especies”, escrito por el mismo Charles Darwin, además de un sorprendente trozo de celulosa, surgido de un aparato de criptografía, que transcribe detalladamente la orden de atacar a Pearl Harbor.
Desde el año de 1974, la familia Achoy, abrió la puerta del restaurante de “Malarrimo”, y el cual tiene el museo más grande de la historia de la Segunda Guerra Mundial en todo México por las decenas de piezas encontradas en esta indómita playa.
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